Nativismo

posición política de exigir un estatus favorecido para ciertos habitantes establecidos

El nativismo es una ideología o pensamiento político y social que defiende o privilegia a los nativos o autóctonos de un territorio y sus intereses, y, por tanto, rechaza a los inmigrantes extranjeros.[1][2]​ Por ende, los nativistas suelen promover medidas para restringir la inmigración.[3]

Historia de las primeras migraciones humanas: Homo erectus, neandertales y sapiens

Según Cas Mudde y Cristóbal Rovira Kaltwasser, para quienes el nativismo es uno de los componentes esenciales del populismo de derecha, «el nativismo alude a la idea de que en los estados deberían habitar exclusivamente miembros del grupo nativo (“la nación”) y de que los elementos no nativos (“extranjeros”) son una amenaza fundamental para el estado-nación homogéneo».[4]​ En este sentido, el nativismo sería una combinación de nacionalismo y xenofobia y su ideal político sería la etnocracia (y el monoculturalismo).[5]

El nativismo es una de las expresiones del nacionalismo demográfico donde los extranjeros nunca son bien recibidos, ya sea por el conjunto de toda la sociedad o por alguno de los grupos étnicos de dicha sociedad, al considerar a los extranjeros distintos a ellos, por origen geográfico, religión o cualquier otro rasgo socioeconómico.[6]

Nativismo y migración

Argumentos nativistas contra la inmigración

Según Fetzer (2000), la oposición a la inmigración comúnmente surge en muchos países debido a problemas de identidad nacional, cultural y religiosa. El fenómeno se ha estudiado especialmente en la angloesfera, así como en la Europa continental. Por ende, la oposición a la inmigración se basa en el temor de que los inmigrantes distorsionen o arruinen los valores culturales existentes.[7]

El sentimiento restrictivo de la inmigración se suele justificar con uno o más de los siguientes argumentos y reclamos sobre inmigrantes:[8][9][10][11][12][13][14]

  • Gasto público: Los gastos del gobierno pueden excederse en los ingresos públicos relacionados con los nuevos inmigrantes.
  • Idioma: Se aíslan en sus propias comunidades y se niegan a aprender el idioma local.
  • Empleo: Adquieren trabajos que de otro modo habrían estado disponibles para los ciudadanos nativos, deprimiendo el empleo nativo; Crean un exceso de oferta laboral, acompañados de salarios deprimentes.
  • Patriotismo: Dañan un sentido de comunidad y nacionalidad, basado en la etnicidad o la cultura.
  • Medio ambiente: Incrementan el consumo de recursos escasos; su desplazamiento de economías de baja a alta contaminación aumenta la contaminación.
  • Bienestar: Hacen un fuerte e intensivo uso de los sistemas de bienestar social.
  • Sobrepoblación: Pueden sobrepoblar países.
  • Cultura: Pueden superar en número a una población nativa y reemplazar su cultura con la suya propia.
  • Vivienda: Incrementan los precios de la vivienda; las familias de inmigrantes reducen las vacantes y causan aumentos de renta.

Críticas

Si bien el nativismo reclama la condición de ciudadanía, con todos sus derechos, solamente para aquellos que son naturales, que han nacido, en un determinado territorio —país, nación, estado— suelen entrar en contradicción flagrante, ya que en la mayoría de las sociedades los movimientos de población —migraciones— tanto de inmigración como de emigración, son constantes a lo largo de la historia y, retrocediendo muy pocas generaciones, la mayoría de la población es inmigrante en el territorio en que habita, excepto en algunos casos muy escasos de poblaciones indígenas que podrían remontarse a períodos históricos más largos, pero que fueron, necesariamente e inicialmente, migrantes no nativos.[1][6]

"Despedida a los emigrantes que dejan Irlanda con destino a Estados Unidos". Grabado de Henry Doyle (1827–1892) del libro Historia ilustrada de Irlanda, de Mary Frances Cusack, 1868. Los irlandeses fueron un grupo muy numeroso en la inmigración a Estados Unidos.

Nativismo en Estados Unidos

Es reseñable el caso de Estados Unidos, sociedad abierta multiétnica, con una población de unos 326 millones de habitantes, donde solamente unos 4 millones son descendientes de los pueblos nativos de los Estados Unidos, y el resto de población es fruto de la inmigración muy reciente en términos históricos: ingleses, irlandeses, alemanes, italianos, rusos, de otros países europeos, de países africanos, chinos, japoneses, filipinos y de países latinoamericanos, así como de países de religión islámica y religión judía. Dependiendo de la época histórica, los grupos más numerosos que emigraron inicialmente a Estados Unidos rechazaban a los grupos menos numerosos que les siguieron y así sucesivamente, produciéndose cierta integración con el paso del tiempo pero permaneciendo en el colectivo imaginario de dicha sociedad una gradación de nacimiento y de jerarquización de derechos relacionados con la mayor antigüedad de los antepasados emigrantes.[1][6]

En palabras de Jared Diamond, en su libro de 2019 Crisis:

La realidad es que todos los estadounidenses son o bien inmigrantes, o bien descendientes de inmigrantes. La amplia mayoría emigró al país en los últimos cuatro siglos... E incluso los nativos americanos son descendientes de inmigrantes hace como mínimo trece mil años.[15]

Aunque las raíces del nativismo se remontan a la colonización de Estados Unidos por europeos —con la conquista y desplazamiento de la población nativa y su reclusión en reservas indias—, el nativismo se va construyendo con sucesivas limitaciones a la nueva inmigración (alemana, europea, china, hispana). El nativismo apareció con fuerza como oposición a la Revolución francesa y con limitaciones a la concesión de la nacionalidad —aprobación de leyes de extranjería, sedición y nacionalidad—.[16]​ El término «nativismo» se utilizó por primera vez en 1844,[17]​ pero el término «nativismo» no se refiere a los nativos americanos sino a los descendientes de las denominadas primeras trece colonias. El nativismo continuó su expansión con la limitación periódica a la inmigración cuando las circunstancias económicas o políticas lo hacían conveniente.

En la década de 1980 se fundan grupos considerados claramente nativistas, que fueron financiados en su mayoría por John Tanton, considerado como uno de los principales promotores del movimiento nativista. Tanton proclamaba la destructiva «avalancha latina» que previsiblemente iba a invadir los Estados Unidos.[18]

La Federación Norteamericana para la Reforma de la Inmigración (FAIR, por sus siglas en inglés), fue fundada por Tanton en 1979 y es posiblemente la organización sin ánimo de lucro antiinmigración más importante. Es abiertamente antilatina y anticatólica. Destaca su intolerancia y la defensa oportunista de la eugenesia, que defiende el exterminio de los 'inferiores', la esterilización para favorecer que solamente puedan engendrarse seres humanos considerados mejores. La eugenesia ha sido desacreditada por sus claros vínculos nazis.[18]​ Un personaje considerado racista y nativista es Garrett Hardin, famoso por su libro Tragedia de los bienes comunales.[19][20][21]

Nativismo y economía

Nativismo irracional y racionalidad económica del Holocausto

Para Martín Alonso Zarza —basándose en los estudios de Götz Aly, Adam Tooze y Fabrice d’Almeida—, el nativismo estaría también ligado a las grandes operaciones económicas y políticas. Según el alemán Aly y el británico Tooze el expolio que hizo la Alemania nazi en otros países —materias primas, arte, etcétera—, y de manera obsesiva a la población judía, se hizo con racionalidad económica; según el francés D’Almeida, las medidas económicas modelan los usos sociales de la elite beneficiaria principal del expolio económico nazi. Para estos autores, Auschwitz se puede explicar desde la racionalidad utilitarista, aunque ideológicamente se quiera presentar como fruto de una cosmovisión irracional racista y antisemita.[22]​ La justificación emocional nativista escondería una serie de intereses económicos que no pueden declararse abiertamente.

Véase también

Bibliografía

Referencias

Enlaces externos