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Ars Magna Generalis

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Ars Magna Generalis
de Raimundo Lulio Ver y modificar los datos en Wikidata
GéneroTesis Ver y modificar los datos en Wikidata
Tema(s)Filosofía, religión, misticismo y lógica Ver y modificar los datos en Wikidata
IdiomaLatín Ver y modificar los datos en Wikidata
Título originalArs magna, generalis et ultima Ver y modificar los datos en Wikidata
CiudadLyon y Pisa Ver y modificar los datos en Wikidata
Fecha de publicaciónaños 1300juliano Ver y modificar los datos en Wikidata

El Ars Magna Generalis (can. 1274) es la versión más larga de la Ars lluliana. Hay otras versiones más breves: Ars compendiosa inveniendi veritatem, Ars Brevis, Arte demostrativo, etcétera. El Ars Magna inventó un lenguaje formal basado en la lógica combinatoria para poder hablar de todo aquello relevante a la filosofía y la religión sin la barrera de las lenguas. Formó parte importante de su deseo de convertir a los musulmanes al cristianismo. Es el primer intento de crear una lengua universal e influenció a Gottfried Leibniz, quien expandió el sistema y lo denominó combinatoria.

Funcionamiento

Según Hames, el Ars es un intento de "romper las fronteras intelectuales entre judíos, cristianos y musulmanes" y "establecer una terminología aceptable para todos" (43). Llull mismo escribe que es un sistema completo en Lo Desconhort:

Encara us dic que port una Art general
Que novament és dada per do espiritual,
Per que hom pot saber tota re natural
Segons que enteniment ateny lo sensual.
A dret e a medicina e a tot saber val,
E a teologia, la qual m'és mais coral;
A soure questions nulla art tant no val,
E a destruir errors per raó natural. (VIII, 85-92).

Al contrario que los escolásticos, Llull "desalenta...la creación de métodos distintos o vocabulario, así rechazando uno salvo que había definido virtualmente todo el saber escolástico desde el siglo XII".[1]​ El sistema de Llull, pues, tenía que ser completamente original para evitar acercamientos tradicionales a la teología, la hermenéutica y los textos en general, es decir, descartó todos los textos sagrados para basarse sólo en la argumentación racional.

El Arte funciona mediante la combinación de aspectos (de Dios) para llegar a verdades seguras. Estos aspectos tienen una letra de referencia (de B a K) que se combinan a partir de unas figuras de círculos y escaleras. Un caso de ejemplo:[2]​ BCD "La bondad [B] es grande [C] y eterna [D]." A pesar de que esto puede parecer sencillo, se pueden formar cuatro silogismos de esta frase: la afirmativa y la negativa universales (Todo lo que es bueno y grande es eterno o Todo que no es bueno ni grande no es eterno) y la afirmativa y negativa particulares (Algo bueno y grande es eterno, etc.).

Atributos divinos

Los atributos divinos están representados por una letra, de la B a la K.[3]​ Cada atributo se corresponde con un principio, una pregunta esencial, una entidad, una virtud y un vicio. En este listado se enumeran los atributos con sus correspondencias:

El Ars magna

La máquina

Uno de los principales propósitos de la actividad literaria de Llull fue indicar los errores de los racionalistas como Averroes y mostrar la verdad tal como lo entendían los cristianos de una manera tan clara y meridiana que incluso los musulmanes más fanáticos pudieran apreciarla sin posibilidad de error.

Así pues, Llull se dedicó a diseñar y construir una máquina lógica. De naturaleza mecánica, en esta máquina las teorías, los sujetos y los predicados teológicos estaban organizados en figuras geométricas consideradas «perfectas» (por ejemplo, círculos, cuadrados y triángulos). Operando unos diales y palancas, girando manivelas y haciendo dar vueltas a un volante, las proposiciones y tesis se movían a lo largo de unas guías y se paraban ante la posición positiva (certeza) o negativa (error) según lo que correspondiera. Por Llull, la máquina podía probar por sí misma la falsedad o certeza de un postulado.

El religioso bautizó su instrumento con el nombre de Ars generalis ultima («Último arte general») o Ars magna («Gran arte»), a pesar de que hoy a veces se conoce con el nombre de Ars magna et ultima. Este ingenio fue tan importante para él que dedicó la mayor parte de su ingente obra a describirlo y explicarlo. La realidad teórica subyacente en aquel artefacto era una fusión o identificación de la teología con la filosofía, orientada a explicar las verdades de las dos disciplinas como si fueran una sola. Era, por lo tanto, el nacimiento de la teosofía.

El razonamiento

Los estudiosos cristianos del siglo XIII celebraron el hallazgo de Llull, a pesar de que pronto detectaron los problemas de su razonamiento. A pesar de que es cierto que normalmente las dos disciplinas están de acuerdo —porque el que es cierto en filosofía no puede ser falso para el teólogo—, las dos llegan a la verdad por caminos diversos: la teología se apoya en la razón y la revelación divina, mientras que el filósofo está solo ante el problema, lo único que tiene es su propia razón. Los árabes fueron un paso más allá: criticaban el Ars magna porque, según ellos, lo que es falso en filosofía «puede ser verdad perfectamente en teología», porque para Dios nada es imposible y Él puede pasar sin ningún problema por encima de las limitaciones de la ciencia. Este concepto se conoce como «verdad de doble nivel».

En su afán de refutar a los musulmanes, Llull exageró el concepto en el sentido opuesto: opinó que la doble verdad era imposible porque de hecho la teología y la filosofía eran lo mismo. De este modo, Llull equiparaba e identificaba la fe y la razón. La persona descreída no era capaz de razonar, y el hombre de fe aplicaba una razón perfecta. De este modo creyó haber resuelto, gracias a las pruebas de significados lógicos y por supuesto a su mecanismo, una de las controversias más grandes de la historia del conocimiento.

El problema de estos postulados era que arrasaban la diferencia entre las verdades naturales y las sobrenaturales. Cómo Llull era esencialmente un filósofo místico, para él la razón no se puede enfrentar con verdades más altas; para hacerlo, hay que recurrir siempre a la fe. De este modo, afirmaba que la fe iluminaba la razón, por ejemplo, para entender el misterio de la Santísima Trinidad: hay un solo Dios verdadero, representado en tres personas, que a pesar de todo no son ni pueden ser «tres dioses». Llull creía que por medio de mecanismos similares podría llegar a probar el motivo de todos los misterios y las razones de todos los artículos de fe.

Si la razón exige a la fe que lo auxilie, también la segunda necesita la primera, porque la fe por sí sola podría conducir a error. Llull creía que el hombre dotado de fe pero no de raciocinio era como un ciego: puede encontrar ciertas cosas gracias al tacto, pero no todas ni siempre.

Las consecuencias

La técnica llulliana fue difundida por la Corona de Aragón por sus seguidores, los lullianos, que hicieron llegar sus enseñanzas a universidades como las de Barcelona y Valencia. Pero la jerarquía católica no vio con buenos ojos que se extendiera esta doctrina, porque enseguida entendió el peligro de difuminar la diferencia entre la verdad natural y la sobrenatural. Dos papas condenaron formalmente el lulliismo: Gregorio IX, en 1736, y Paulo V, más tarde. Como consecuencia de esto, el beato Llull no ha sido canonizado nunca, a pesar de que el proceso se ha reactivado en los últimos tiempos.

Enlaces

  • «Ars generalis ultima. Base de datos Ramon Llull,» (en catalán). Barcelona: Centro de documentación Ramon Llull. Universitat de Barcelona. [Consulta: 23 de abril de 2011].

Referencias

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