Neuroaceptación

La neuroaceptación tiene sus bases en el estudio de la aceptación de uno mismo o los demás. Williams, J. C. & Lynn, S. J. (2010).[1]​ ahondan en el recorrido histórico del concepto y su importancia en las diferentes culturas. El término aceptación tiene una trayectoria de investigación conceptual y metodológica, con implicaciones en el bienestar psicológico (Ryff & Singer, 1996).[2]​ El estudio desde las bases neurológicas de constructos psicológicos, impulsado por el desarrollo tecnológico, permite comprender procesos y estructuras neuronales involucradas en valores humanos, empatía y responsabilidad social.[3]

Aceptación

Fey (1955)[4]​ y Shepard (1979)[5]​ asientan las bases de una definición y evaluación de un concepto que en Bernard (2013)[6]​ se actualiza, y en el capítulo de Falkenstein y Haga, se identifica la acepción de uno mismo con la de los demás. Este punto importa, atendiendo incluso a la perspectiva de los estudios de Bandura en auto-eficacia.[7]

Abordado por diferentes ramas de la psicología, el proceso de aceptación y su relación con los demás implica diversas variables y sus métodos de evaluación aportan un conocimiento parcial desde el marco estructural. El uso de tecnologías de neuroimagen, aun en una fase que podrá dar mayores resultados a medida que evolucionen herramientas y técnicas, acerca a una comprensión de la aceptación como valor positivo en el bienestar psicológico en la anteriormente citada propuesta de Ryff y Singer (2002)[8]​ en el marco de psicología positiva.

Neuroaceptación

El autoconcepto y la aceptación como proceso es objeto de estudio y análisis. La primera década del siglo XXI fue prolífica en avances sobre el estudio de la estructura neuronal en el comportamiento. Damasio (2007),[9]​ puso de manifiesto la importancia de incluir la conducta moral y la ética en el estudio aportando líneas a considerar, en las que también son de relieve los aportes de Waal (2008)[10]​ respecto al altruismo.

La Neuroaceptación parte de estas líneas de estudio. El autoconcepto, como constructo de base biológica y en la relación de equilibrio respecto a la necesidad de tener en cuenta el rol social. Está conceptualmente influenciado por los estudios en empatía y neurociencia social (Singer & Lamm, 2009;[11]​ Decety, 2010[12]​), el argumento que impulsa a su estudio y desarrollo viene condicionado por el cambio social en el sistema de relacionamiento hacia un contexto digital.

Aceptar el contexto, aceptarse y asimilar un plano de situaciones que van más allá del espacio inmediato - en referencia a las crisis sanitarias o económicas provocadas por hechos que escapan del control individual - exigen un ejercicio constante en el que revisar creencias y valores en un modo que permita la estabilidad del individuo y su participación en el contexto.

La toma de decisiones subsiguientes a la pandemia del COVID-19, y sus consecuencias aun por determinar, son el plano el cual las tensiones que se generan en entornos dinámicos de cambio, deberemos comprender para fortalecer la educación.

Referencias