Tejidos cardíacos humanos artificiales

Los tejidos cardíacos humanos artificiales se producen principalmente a partir de la manipulación experimental de células madre, tales como las células madre embrionarias humanas y, recientemente, de células madre pluripotentes inducidas, que son diferenciadas hacia cardiomiocitos humanos.[1][2][3][4][5]​ Se ha incrementado en los últimos años el interés por estos tejidos cardíacos creados por ingeniería tisular debido a su uso potencial en investigación cardiovascular y terapias clínicas. Estos tejidos ofrecen modelos in vitro únicos para el estudio de la fisiología cardíaca humana con ventajas evidentes con respecto al uso de células animales en estudios experimentales.[1]​ Además, también tienen potencial terapéutico para la regeneración in vivo del miocardio (músculo cardíaco).[2][3]​ Estos tejidos artificiales ofrecen un valioso modelo para reproducir el desarrollo normal del tejido cardíaco humano, comprender la evolución y desarrollo de las enfermedades cardiovasculares humanas y podrían llevar a producir terapias basadas en tejidos artificiales para pacientes afectados por enfermedades cardiovasculares.[3]​ o también hay más tejidos que son vegetales.

Creación de tejidos cardíacos humanos artificiales

Las células madre embrionarias y las células madre pluripotentes inducidas son las células principales usadas para la creación de tejidos cardíacos artificiales.[2][3][4][5]​ Las células madre pluripotentes inducidas se diferencian a cardiomiocitos durante su cultivo en un medio que contiene pequeñas moléculas (citoquinas, factores de crecimiento y transcripción).[1][6][7]​ Para crear tejidos cardíacos artificiales a partir de cardiomiocitos derivados de células madre pluripotentes es necesario el uso de scaffolds o estructuras tridimensionales (3D) para simular el ambiente fisiológico natural del corazón.[1][2][3][8]​ Estos scaffolds aportan unas condiciones más apropiadas para favorecer la organización y diferenciación de los cardiomiocitos así como también aumentar su viabilidad tras la implantación in vivo.[1][2][3][7][8]

Características de los tejidos cardíacos humanos artificiales

A un nivel intracelular, los tejidos cardíacos artificiales muestran varias características estructurales esenciales de los cardiomiocitos, incluyendo sarcómeros organizados, uniones tipo GAP y estructuras del retículo sarcoplasmático.[1]​ Sin embargo, la distribución y organización de muchas de estas estructuras es característica de tejido cardíaco neonatal en lugar de tejido muscular cardíaco humano adulto.[1][3][4][8]​ En los tejidos cardíacos artificiales también se expresan genes cardíacos clave (α-MHC, SERCA2a y ACTC1) en niveles similares a los detectados en el corazón adulto.[1]​ De forma parecida a los tejidos cardíacos de modelos animales,[9][10]​ estos tejidos cardíacos artificiales laten espontáneamente[1]​ y poseen varias respuestas fisiológicas fundamentales del miocardio normal, como las descritas por la Ley de Frank-Starling[1][7]​ y la sensibilidad al calcio.[1]​ Además, muestran respuestas dosis dependiente a ciertas drogas, tales como cambios en los potenciales de acción por bloqueantes de canales iónicos[4][11]​ y la modulación de las propiedades contráctiles por agentes inotrópicos y lusitrópicos.[1][7]

Aplicaciones experimentales y clínicas

Incluso con las tecnologías actuales, la estructura y función de los tejidos cardíacos artificiales humanos es más similar al miocardio fetal que al miocardio adulto.[1][2][3][4][5][8]​ Sin embargo, importantes avances han conseguido la generación de parches de tejidos cardíacos artificiales para reparación cardíaca en modelos animales[12][13]​ y el uso de modelos in vitro para screening de fármacos.[1][3][11]​ Los tejidos cardíacos artificiales humanos también pueden usarse para simular enfermedades cardiovasculares experimentalmente mediante manipulación genética (como la transferencia de genes mediada por adenovirus).[1][14]​ En modelos animales de infarto de miocardio, la inyección de tejidos cardíacos humanos artificiales en los corazones de ratas[15]​ y ratones[16]​ reduce el tamaño del infarto y mejora la función cardíaca y la contractilidad. Como prueba de concepto, se han implantado tejidos cardíacos artificiales en ratas tras un infarto de miocardio con efectos beneficiosos en la función ventricular izquierda.[17]​ El uso de tejidos cardíacos artificiales humanos para el desarrollo de válvulas cardíacas artificiales está también siendo explorado para mejorar las actuales válvulas cardíacas en estudios animales.[18]​ Aunque la tecnología de ingeniería tisular debe avanzar para superar las citadas limitaciones, los tejidos cardíacos artificiales humanos son una vía prometedora para el descubrimiento y screening experimental de fármacos, como modelos de enfermedades y para la reparación o regeneración del corazón humano.

Referencias